RIDGEWAY, IOWA, y SALVATIERRA, MEXICO — En un departamento a las fueras de la autopista rural de Iowa, Yanet Santos Gómez, de 36 años, se despierta justo antes del mediodía. Es la segunda vez que se levanta este día. Antes, temprano, ordeñó a las vacas y regresará de nuevo a los establos para realizar sus labores vespertinas; entre sus turnos duerme un poco.

No obstante, en este momento quiere llamar a sus hijos, quienes acaban de llegar de la escuela y están en México.

Durante casi tres años, ha tenido contacto y ha tratado de educar a sus hijos a través de video llamadas.

Su hija de 11 años, Naomi, aparece en la pequeña pantalla y le muestra sus nuevas esponjas de maquillaje. Gómez le pregunta con gentileza: ¿experimentará con los rubores y las brochas en la escuela el día siguiente?

Maquillaje, un signo para muchos padres de familia de que la adolescencia es inminente. Gómez sabe que probablemente no estará ahí durante los años de adolescente de Naomi.

Naomi tenía ocho años cuando Gómez la abrazó por última vez antes de irse a los Estados Unidos. Ella (junto con otros cientos de pobladores de Salvatierra) aceptó un contrato lucrativo de años con una visa H-2B, para trabajar en HyLife, una procesadora de cerdo con oficinas centrales en Canadá, cuya planta se encuentra en Windom, Minnesota.

La oportunidad económica que encontró Gómez y muchos de los otros trabajadores conllevó un alto costo personal, incluso una gran tristeza por dejar a sus familias atrás.

A menos de dos años de iniciado el contrato, HyLife Windom quebró. Los 1,000 empleados perdieron su trabajo, entre ellos Gómez. En el último año, desde el cierre de la planta, cientos de trabajadores temporales han soportado cargas económicas, ya sea buscando un nuevo empleo en Estados Unidos o de regreso a casa en México. Muchos han tenido que sortear las turbias normas para poder quedarse en los Estados Unidos de manera legal con permisos de trabajo y nuevas visas.

Todo esto mientras sopesan el impacto en sus familias. Muchos aún están dispersos más allá de las fronteras nacionales.Otros fueron sacados de las escuelas de Windom.

Las llamadas continúan, de Salvatierra a Iowa, de Worthington, Minnesota a Texas. Las familias buscan seguir conectadas a pesar de la distancia.

"Tengo miedo [de regresar]", señala Gómez después de colgar el teléfono. "Si lo hiciéramos, volveríamos a un lugar diferente".

Yanet Gómez (a la derecha) gana $12 la hora trabajando en la operación de una lechería en Iowa. Ganó más del doble en la planta porcina en Windom, Minnesota.

La vida después de HyLife

El sistema alimentario de Estados Unidos funciona en gran medida gracias al trabajo de inmigrantes y empleados temporales.

Pero la huida de los empleados con visa de la planta colapsada en Windom puso de manifiesto un vacío en las leyes federales que rigen estos programas de trabajadores temporales: ¿Qué sucede con los empleados cuando la empresa que los patrocina quiebra?

"El problema es la estructura de estos programas [de trabajadores temporales]", expresa Rachel Micah-Jones, directora ejecutiva del Centro de los Derechos del Migrante, Inc. "Están atando a estos trabajadores a empleadores particulares. Existe un desequilibrio en el poder".

Para muchas familias, el cierre de la planta de Windom los dejó sin estatus legal o con uno muy limitado en los Estados Unidos, por lo que se retrasó el reencuentro con sus hijos en México.

Ana Medina llegó a Windom después de una largo viaje en autobús en octubre del 2021. Comentó que su hijo lloró cuando tuvo que dejarlo en México.

"Le expliqué que venía aquí para tener un mejor futuro", señala Medina.

Ana Medina ha juntado juguetes con la esperanza de dárselos a sus hijos en México. Desde que cerró la planta en Windom, se ha mudado varias veces para encontrar trabajo.

Sus deudas se acumularon en Salvatierra, por pagar la atención de su hijo y un lote en el cementerio para su madre. A pesar del dolor que le causaba marcharse y dejarlo, ella entendió las condiciones. En la planta de HyLife en Windom, ganaba $20 la hora. Todo su salario lo mandaba a México para su hijo, quien vivía con un tutor en Salvatierra.

"Esta fábrica es la que paga mejor", expresa Medina. "Tiene el mejor pago en todo Minnesota".

Sin embargo, cuando cerró la planta, encontró empleo tomando muestras de tierra en las granjas del sur de Minnesota. Más tarde obtuvo un trabajo en la matadero porcino JBS en Worthington, Minnesota.

En la primavera del 2024, se mudó a Austin, Texas. Si HyLife no hubiera cerrado, Medina probablemente hubiera podido regresar a México y estaría ahora con su hijo.

Rocío Gómez Gómez, de 56 años, llora mientras habla de Yanet. Entiende el motivo por el que se hija se fue a trabajar a los Estados Unidos: "Yanet es una persona que quiere luchar por su familia". Pero la extraña.

"Una cubetada de agua fría"

En la periferia de Salvatierra, los hijos de Gómez viven con su abuela, entre las pequeñas casas de ladrillo rodeadas de caminos estrechos de tierra. Un día a principios de esta primavera, los tres niños se sentaron en un sofá cerca de su abuela, quien los observó atentamente.

"La verdad es que el momento en que nos dijo que se iba a los Estados Unidos", señala su hijo mayor, Luis Jaime Morales Santos, de 21 años, "fue como recibir una cubetada de agua fría porque estábamos acostumbrados a estar con nuestra mamá".

La madre de Gómez, Rocío Gómez Gómez, de 56 años de edad, ha criado a los niños debido a la ausencia de su hija. Su esposo, un albañil, no ha trabajado en todo un mes. Sabe que la ciudad está llena de violencia. Justo unas semanas antes, en abril, una candidata municipal en la ciudad vecina de Celaya fue asesinada por sicarios a plena luz del día cuando salía del mercado. En otras palabras, ella entiende el motivo por el que su hija se fue a trabajar a los Estados Unidos.

"Yanet es una persona que le gusta luchar por su familia", dice Rocío. No obstante, la ausencia de la madre es algo difícil para sus nietos. "Es una pena".

Parada afuera de la puerta principal, Rocío observa la casita de ladrillos que su hija está a punto de comprar. Pero no está claro si alguna vez regresará a vivir ahí.

Eleva sus manos y comenta: "Le dije a mi hija que dejara todo en manos de Dios. Él es quien te abrirá las puertas porque estarás en un país que no es el tuyo".

Los tres hijos de Yanet Gómez caminan desde la propiedad que está comprando en Salvatierra hacia la casa de su abuela, donde viven. No se sabe si Gómez regresará algún día a vivir ahí.

Los hijos de los trabajadores

En medio de la escasez de mano de obra en el 2023, el Departamento de Estado emitió más de 10 millones de visas para no migrantes, generalmente para extranjeros que trabajan en Estados Unidos, es la mayor cantidad en casi una década. A medida que los empleadores estadounidenses contratan a estos trabajadores para sus hoteles y fábricas, ha crecido la preocupación por el maltrato laboral y el costo de la separación familiar a largo plazo.

El abogado especializado en migración en Worthington, Erin Schutte Wadzinski, procesó 75 solicitudes por acción diferida de extrabajadores de HyLife hace un año. Una acción diferida es un fallo jurídico para no deportar a una persona. Las autoridades federales otorgan estas exenciones cuando los trabajadores son víctimas de una delito. En este caso, las autoridades de Minnesota señalan que HyLife retuvo de manera ilegal los salarios.

Wadzinski dice que muchos de estos empleados se sienten atrapados en los Estados Unidos mientras recuerdan la invasión de violencia en su país de origen debido a los cárteles.

"Muchos de ellos se han sentido desplazados desde que llegaron en el 2021″, expresa Wadzinski. "Creo que muchos de ellos sienten que la región ahora es más peligrosa que cuando dejaron su país".

Muchos otros, expresa el abogado, han tenido hijos en los Estados Unidos.

Cuando la oriunda de Salvatierra Sara Hernández perdió su trabajo en la planta de Windom, ya tenía dos hijas adolescentes que asistían a la escuela pública de Windom.

"Les gustaba la escuela", señala Hernández. Sopesó regresar a México sin sus hijas, quienes nacieron en Florida y son ciudadanas estadounidenses. Sin embargo, decidió no hacerlo cuando una de ellas mostró ansiedad. "Mi hija me dijo: – No me puedes dejar sola".

Así que las tres regresaron a Salvatierra.

En la lechería donde trabaja en Ridgeway, Iowa, Yanet Gómez acuesta a su hija menor para que tome una siesta. Sus hijos mayores nunca han conocido a su hermanita.

Los bebés nacidos en Estados Unidos

En el piso, cerca de la televisión, en el departamento de Gómez que renta junto con su pareja a su empleador de la granja lechera, se encuentra un montón de juguetes y animales de peluche rosa. Gómez se encontró dentro de la primera ola de trabajadores con visa H-2B que llegaron desde México en autobús a Windom en el otoño del 2021. Cuatro meses después de llegar, se desmayó mientras trabajaba en la línea.

"Estaba trabajando en la línea", señala Gómez, "y de repente me sentí mareada y vi todo negro".

Poco tiempo después se enteró que estaba embarazada.

Gómez dio a luz a una niña en el verano del 2022. Tomó una licencia laboral de ocho semanas. Regresó a HyLife en el otoño y trabajó principalmente en el "área de mejillas" donde se cortaba a los cerdos desde la garganta hasta el cuello. Cuando se esparcieron los rumores de que la planta de Windom cerraría, entró en pánico. Le quedaba sólo un mes de recibir su cheque y tenía tres hijos que alimentar en México y un cuarto en Minnesota.

Gómez acudió a Recursos Humanos para pedir ayuda. No quería llevar a su bebé en un viaje de tres días en autobús de regreso a México.

La conversación fue infructífera.

"Nadie te dijo que tuvieras hijos". Fue lo que el encargado de Recursos Humanos le dijo a Gómez. La empresa la trajo aquí, pero cuando se declaró en bancarrota no le proporcionaron una nueva visa ni le ofrecieron asesoría sobre las opciones legales que tendrían los trabajadores para permanecer en los Estados Unidos.

Naomi, de 11 años, comienza a llorar cuando piensa en su mamá. Sus hermanos la consuelan. "La extraño mucho" señala Naomi. "La necesito".

Un fuente de trabajo entre el medio oeste y México

Las fuentes que hablaron con el Star Tribune describieron un esfuerzo sin precedentes realizado por los funcionarios estatales y federales para encontrar alternativas legales para que los trabajadores de HyLife permanecieran en el país. Muchos se quedaron bajo la nueva guía de la administración de Biden, que permitió a los trabajadores temporales que habían sido víctima de un supuesto delito, como el robo de salarios, que solicitaran protección legal contra la deportación.

En el momento en el que el Departamento de Trabajo e Industria de Minnesota escribió a las autoridades federales sobre la investigación de robo de salarios en HyLife, "muchos trabajadores ya iban de regreso a México", señala Wadzinski. "Si se hubiera pronunciado el fallo antes para tantos trabajadores con visa H-2B, muy probablemente más exempleados de HyLife hubieran elegido permanecer en los Estados Unidos".

Gómez no regresó a su país. Al contrario, encontró trabajo ordeñando vacas en Iowa por $12 la hora. No obstante, hay una trampa: puede perder su estatus de acción diferida si abandona los Estados Unidos para visitar a sus hijos mayores. Y ellos no pueden venir a visitarla sin una visa.

En Salvatierra, tres hermanos se sientan en el sofá en casa de su abuela. La más joven, Naomi, trae un moño rosa. Cuando le preguntan por su mamá, se limpia las lágrimas de los ojos y se recarga en su hermano mayor Abimael, de 18 años.

"La extraño mucho", expresa Naomi. "La necesito".

De donde se encuentran, sólo los separa una corta distancia hasta la propiedad de su madre, pasando por un tablón endeble que cubre el cauce seco de un arroyo.

"No hemos podido conocer a nuestra hermanita", dice Luis Jaime mientras caminan por la calle de tierra. "No tenemos la posibilidad de ir nosotros para allá".

Coloca su brazo alrededor de Naomi. Los niños quieren a su mamá y ella quiere lo mejor para sus hijos. Esto es lo mejor que puede hacer.

Un empleador que otorga trabajos con visa H-2B debe testificar ante los funcionarios federales que no ha podido encontrar estadounidenses que deseen realizar el trabajo. "Lloré cuando comencé a trabajar [en la lechería] porque apestaba" dice Yanet Gómez. "Ya me acostumbré, y no creo que otra gente quiera hacer esto".

Un futuro incierto en Iowa

Los padres de cualquier ciudadano estadounidense pueden solicitar su propia ciudadanía cuando el menor cumple 21 años. La hija de Gómez aún no tiene ni dos años de edad. Su permiso laboral vence en un año, aunque puede volver a solicitarlo.

Cuando Gómez llega al granero para la ordeña vespertina, las vacas negras y blancas se mueven con pesadez hasta la sala de ordeña.

"Las vacas no son para mí", señala Gómez mientras pone los ojos en blanco. "Nunca pensé que podría trabajar en un lugar como este. Me dan miedo, incluso las gallinas".

Algunas ocasiones los animales patean, son terriblemente grandes; pero ella está consciente de por qué hace este sacrificio.

"El cheque es para mis hijos", dice Gómez, que vio por última vez a sus hijos en persona hace casi tres años. "Todo es por mis hijos".

Se pone unos guantes y limpia suavemente una ubre con desinfectante antes de enganchar la máquina de ordeña.

Una vez que el motor resuena, Gómez nos muestra una foto en su celular de su hija de casi dos años. Es muy probable que su hija crezca en el medio oeste y escuche sobre sus hermanos que viven en un lugar llamado Salvatierra. Oirá sobre las catedrales, las montañas; y quizás un día, pueda visitarlos.

En el alféizar de la sala de ordeña se encuentra una bolsa con una botana de habas rojas que le envió su madre. Como muchas otras cosas, provienen de un mundo a parte.

La fotógrafa del Star Tribune Elizabeth Flores proporcionó los servicios de interpretación para las entrevistas en español.

Christopher Vondracek cubre los temas de agricultura para el Star Tribune.

Créditos

Redacción Christopher Vondracek y Elizabeth Flores

Fotografía Elizabeth Flores y Katie Rausch

Edición Kristen Leigh Painter

Corrección de estilo Catherine Preus

Diseño Bryan Brussee y Michiela Thuman

Gráficos Jake Steinberg y CJ Sinner